martes, 9 de marzo de 2010

Pinnock luce virtuosismo

Trevor Pinnock (© Peer Lind)[Trevor Pinnock (© Peer Lind)]

TREVOR PINNOCK

Ciclo de Música de Cámara de la Fundación Cajasol. Trevor Pinnock, clave. Programa: Obras de Froberger, Bach, Couperin y Rameau. Lugar: Sala Joaquín Turina del Centro Cultural Cajasol. Fecha: Lunes 8 de marzo. Aforo: Tres cuartos de entrada.

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PINNOCK LUCE VIRTUOSISMO Y SONORIDADES PERCUTIVAS

Después de dejar la dirección de The English Concert en 2003, Trevor Pinnock (Canterbury, 1946) retomó con renovado ímpetu su actividad clavecinística, de la que ya se había tenido noticia en el ciclo de Cajasol en noviembre de 2002, cuando ofreció un variado programa de música inglesa, alemana e italiana.

Más coherente pareció su apuesta esta vez, con un repertorio dedicado a maestros alemanes y franceses, que además tocó en un precioso instrumento, de bella, redonda y equilibrada sonoridad, copia de un Claude Labrèche de finales del XVII que se conserva en un museo de Stuttgart y combina características germanas y francesas.

Pinnock aprovechó las posibilidades de la diversidad de registros del instrumento para buscar una variedad en el color que fue, junto a la agilidad de manos, uno de los elementos más atractivos de su actuación. Algo seco resultó el fraseo y poco variada la articulación en las dos obras de Froberger, afectadas por un frío mecanicismo que en la Partita nº4 de Bach fue superado, preservada en todo momento la claridad polifónica, gracias al contraste de colores y a una mayor flexibilidad en el tratamiento de la frase, muy especialmente en Allemande, Aria (que tocó en un hermoso registro de laúd) y Sarabande, que sonó muy estilizada merced a las retenciones de tempo y al empleo de los silencios.

Esta flexibilidad en el ritmo y la precisión en la ornamentación son exigencias de la música francesa, que Pinnock transitó con irregularidad. Impecable en su carácter solemne sonó el Passacaille de Couperin, muy contrastado con la ligera La Morinète. En Rameau, y al margen de un pequeño lapsus de memoria en la Fanfarinette y del problema con una tecla en el inicio de la Gavotte, Pinnock lució sobre todo virtuosismo (Les trois mains, las doubles de la Gavotte), pero la sonoridad se hizo a menudo percutiva y carente de poesía.

[Publicado en Diario de Sevilla el martes 9 de marzo de 2010]

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