jueves, 9 de octubre de 2008

Un tubo retorcido que suena

Sonatas para piano con trompa obligada por Miriam Gómez Morán y Javier Bonet
SONATAS PARA FORTEPIANO CON TROMPA OBLIGADA
Javier Bonet, trompa natural
Miriam Gómez-Morán, fortepiano

1. Franz Danzi (1763-1826): Sonata en mi mayor Op.44 (1813)
2. Ferdinand Ries (1784-1838): Sonata en fa mayor Op.34 (1811)
3. Nikolaus Freiherr von Krufft (1779-1818): Sonata en mi mayor (1812)
4. Carl Czerny (1791-1857): Andante e Polacca (1848)
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ARSIS 4211 (Diverdi) [78'51'']
Grabación: Septiembre de 2006


Eso es la trompa natural, un simple tubo cónico de metal capaz de emitir la serie armónica con la sola presión de los labios. Para completar las escalas se requiere una depuradísima técnica de embocadura y el uso de la mano derecha dentro del pabellón, lo que requiere una habilidad y una experiencia muy notables, que tardó siglos en desarrollarse. Como dice Javier Bonet en las notas al disco, "la trompa natural vivió curiosamente sus momentos de más esplendor justo en los últimos años de su existencia, antes de la invención del sistema de cilindros o pistones en 1818. Una mejora técnica que, si bien le permitía ser cromática en toda su extensión sin cambios de color en los registros, la desposeyó de su particular timbre, que era originado por la necesidad que tenía el intérprete de modular, impostar y prácticamente afinar cada uno de los sonidos como si de su propia voz se tratara".

Al calor del historicismo, la recuperación de la trompa natural se ha producido en las últimas décadas, aunque ha costado lo suyo, y cualquier aficionado ha tenido experiencias con trompistas que parecían estar verdaderamente trompas, músicos de esos que de vez en cuando se equivocaban y daban una nota en su sitio. Todos los hemos justificado por la innegable dificultad de articular y modular los sonidos en un tubo metálico sin ayudas espurias de ningún tipo. Hoy sin embargo ya no parece justificable, pues es posible encontrar auténticos virtuosos de la trompa natural, sin ir más lejos en la propia España, con gente como Jorge Rentería, Rafael Mira o Javier Bonet, quien se atreve en este disco con un repertorio singular, creado justo en el tiempo en que el instrumento daba sus últimos estertores. Son obras de un Romanticismo incipiente, cuyo protagonismo principal descansa en el piano, aquí un instrumento vienés de hacia 1838, cuyas características describe también Bonet: "marco de madera, encordadura recta, máquina muy simple, macillos de cuero, menor grosor de las cuerdas y del elemento que las pone en vibración /.../ Las teclas son más estrechas que las de los teclados fabricados en la actualidad, y la resistencia que presentan, así como su calado (distancia que recorren desde su estado en reposo hasta el punto máximo de bajada), son infinitamente más pequeños, lo cual hace que estos instrumentos necesiten de un toque más ligero, que en un principio resulta más agradable al ejecutante, pero que los hace en extremo complicados de controlar. El sonido posee un volumen mucho menor, es claramente más breve en la región media-aguda y no presenta la redondez, empastado y oscuridad que caracteriza al del piano moderno. Ello permite obtener una claridad extrema en el entramado polifónico y una mayor gama de amplitud en los niveles dinámicos más suaves".

Lo cierto es que el instrumento tiene, en las manos de Miriam Gómez-Morán, un sonido claro, delicado y en mi opinión ideal para esta música, que es mucho más interesante de lo que a muchos pudiera parecer. La trompa ejerce en general funciones subsidiarias, aunque cuando toma el protagonismo la mezcla tímbrica es muy sugerente y. en cualquier caso, la música está espléndidamente escrita, y los movimientos lentos son de una fuerza expresiva absolutamente encantadora. Pese a su fecha de composición, Javier Bonet considera que Czerny escribió su Andante e Polacca pensando en una trompa natural, la del virtuoso francés Eugène Vivier, y por ello la incluye en el disco y la interpreta con el mismo instrumento que emplea en el resto. Un disco de esos que normalmente pasan desapercibidos, pero que gustará mucho a los buscadores de tesoros ocultos y a los amantes del primer Romanticismo.

[Un último apunte sobre terminología musical: Se ha hecho norma el uso del término 'fortepiano' para referirse a los pianos de época, con el objeto de diferenciarlos así del 'piano' moderno. Me parece por completo innecesario e incluso creo que puede inducir a error a alguien que no esté convenientemente informado, al hacerle pensar que se trata de un instrumento diferente. No hay nada de eso. Un piano como éste que se emplea aquí es un pianoforte, un piano sin más, construido con una técnica que ha evolucionado con el tiempo pero no hacia un instrumento diferente. Es como si al oboe barroco lo llamáramos 'eobo' para diferenciarlo del moderno. Pero no, el oboe es oboe, antes y después. Es más, hay más diferencias entre un oboe de 1700 y uno de 2000 que entre un Anton Walter y un Steinway. Esto es un piano. Si se quiere precisar que se trata de un instrumento antiguo, puede añadirse nombre del constructor y fecha detrás, como se hace a veces con los coches, porque el Ford T es un 'coche' y no un 'checo'.]


Nikolaus Freiherr von Krufft: Andante espressivo de la Sonata en mi mayor. [4'47''] Javier Bonet. Miriam Gómez-Morán

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Estimado Pablo:

Ha sido una grata sorpresa encontrarme con la entrada que ha publicado sobre nuestro último CD. Muchas gracias por haberse tomado el trabajo de escribirla.

Yo también considero que el término "fortepiano" es bastante poco afortunado. De hecho, prefiero llamar a ese tipo de instrumento "piano histórico de la época tal", para diferenciarlo del moderno, que es el que posee como rasgos distintivos la encordadura cruzada y el marco de hierro fundido en una sola pieza. Lo que ocurre es que una denominación tan larga es poco práctica, así que en determinados momentos me pliego a la convención internacional, ya establecida desde hace varias décadas, de designar a esos instrumentos como pertenecientes a la categoría de los fortepianos. Por otra parte, es útil recordar que pueden ser de tipos realmente muy distintos. Las diferencias estriban no solamente en si emplean mecánica inglesa o vienesa, sino en otros muchos aspectos que vendrán dados por la época en que fueron construidos (y aquí unos pocos años pueden representar cambios gigantescos). No había un estándar, como sí que sucede hoy en día con los pianos modernos, de modo que el intérprete se veía constantemente obligado a adaptarse a las características de cada nuevo instrumento que caía bajo sus manos (para eso, entre otras cosas, servía el preludiar en los conciertos públicos).

¡Ah! El párrafo de las notas que describe el "fortepiano" no es de Javier, sino mío. Tal vez no lo dejamos claro en el folleto. Lo revisaremos para una próxima edición.

Un cordial saludo.

Pablo J. Vayón dijo...

Miriam,
creo que tú misma lo has dicho de forma impecable: la uniformidad en la fabricación de instrumentos es algo muy reciente. No sólo en los de teclado, sino en todas las familias las tradiciones de construcción eran muy diferentes de unos centros a otros y de unos pocos años a otros, pero no por eso llamamos a los instrumentos de forma distinta. Creo que en cuestiones terminológicas debería imponerse por encima de otras consideraciones tanto el principio de economía del lenguaje como el de la navaja de Occam: no multiplicar los entes de forma innecesaria (por ejemplo, y sin salirme del terreno antiguo: me parece estupendo susituir el durante mucho tiempo usado 'corneto' por 'corneta' que es su forma castellana, ya que cada idioma tiene la suya propia; pero me parece absurdo imponer 'vihuela de arco' en lugar de 'viola da gamba', que es un término usado internacionalmente y completamente inequívoco). Entiendo la tendencia de los intérpretes de instrumentos históricos a diferenciarse de los que tocan instrumentos modernos, pero en el caso del piano me parece de verdad innecesario y además provoca confusión en los profanos (ya hay incluso quien pregunta qué diferencias hay entre un pianoforte y un piano: las mismas que entre el cinematógrafo y el cine les digo yo).

Por otro lado, aunque creo que lo he dejado claro en la reseña del blog, el disco me encanta y me agrada poder decirte que al menos un lector me ha comunicado ya por mail que lo ha descubierto a través de mi blog y piensa comprarlo (cuando pasa eso me pongo muy contento, porque mi tarea aquí es antes que nada divulgativa).

Gracias por tu visita y un saludo.

Javier dijo...

Estimado Pablo:
Como dice mi querida Miriam, muchas gracias por la crítica. La verdad es que estamos muy satisfechos con este nuestro segundo trabajo. Acertadamente comentas que ya hay trompas naturales "que merecen tal nombre", y encima en España. Pues la verdad es que sí y me gustaría que para que veas la labor que estoy haciendo poco a poco en este terreno escucharas el CD que acaba de salir justo esta semana también como no en ARSIS, Sextetos y cuartetos para trompas naturales en diferentes tonos de L.F Dauprat. Una verdadera maravilla musical y un brutal compendio de dificultades para nuestro instrumento. Si tienes dificultades para conseguirlo no dudes en decírmelo y te lo hago llegar en un momento. El grupo, CORNILOQUIO, es modestamente mi aportación personal a la enseñanza en este país de la trompa natural.
Un fuerte abrazo, y de nuevo gracias,
Javier Bonet
www.javierbonet.com

Pablo J. Vayón dijo...

Hola Javier,
te sigo (más o menos) desde la fundación de El Concierto Español y aquel disco tan bonito (e importante) de Corselli. Cuando se rompen, las tradiciones interpretativas hay que volver a reconstruirlas (no desde cero, pero casi). Es lo que ha pasado con la trompa natural. Por suerte, en España los trompistas formáis ya un núcleo importante que garantiza la continuidad del instrumento en el futuro. En ese sentido, estoy seguro de que Corniloquio será un proyecto del máximo interés. Ya daré cuenta de ese nuevo disco del que me hablas.

un abrazo, y gracias a ti por la visita